Fotografía: Clara Vasco
ahora que la paciencia
ha suprimido
a la ansiedad del misterio
nada puede ser verdad
la duda baja las escaleras en puntas de pie
para no despertar a los macabros del sueño
la luz
a través
de la ventana
no revela la violencia de la calle bajo la luna
a la hora en que todo esto sucede
lo cierto es innecesario
los perros
que habitualmente
ladran a la nada
huelen las respuestas
pero apagan la música
de sus cuerpos
y así los ladridos se asemejan
al razguño de una tiza
sobre el pizarrón negro y roído de la infancia
donde no es extraño ver
pasar
al amor
en calzoncillos
con una flor gruesa en el escote
de lo que nunca será.
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